A mí me hubiera gustado decir muchas cosas, pero a medida que llegaba el momento de descubrir la paca, se me amontonaban en la cabeza y la emoción contenida me atragantó.
No era un día triste, precisamente, el sábado no lo era, porque nos juntamos muchos para recordarle y eso hizo que se mezclasen recuerdos felices, contados entre todos. Seguramente es más triste hoy, porque cuando uno vuelve a estar solo, los recuerdos se tornan de un color gris.
Después, muchos subimos a la sierra, para mí, ese era el verdadero "homenaje". Por la mañana yo había estado en el cementerio para darle un encargo, quería que si tenía "mano", con el dios de las tormentas, nos dejase la tarde despejada para subir a la sierra, pero me parecio que me dijo que a los indios no les pasa nada porque se mojen, y a la sierra le hacía tanto bien la lluvia como nuestra visita.
Como tantas veces, no le contradije, en ese momento estube seguro de que llovería por la tarde.